Hay momentos en los que pienso que el único motivo por el cual no he muerto aún es porque nunca he tenido la oportunidad real de hacer lo que a veces mi mente maquina sola.
Años atrás parecía normal tener este extraño "plan de contingencia" almacenado en alguno de los archivos de mi mente, por si las dudas, por si acaso, para cuando sea necesario, para cuando esto pase.
La frase que lo corona ha ido cambiando con el paso de los años, volviéndose más real y más concreta.
Cada día que pasa algo termina de encajar mejor señalando a claras luces que es algo muy lógico, muy esperable.
Sigo sin entender porqué no lo hago, sin embargo.
Quizá luego, quizá luego.
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