lunes, 18 de diciembre de 2017

Valiente

Era una palabra que solías usar mucho para describirme.
No entendía por qué. Mi concepto de valentía y el que tú tenías, parecían no encajar bien el uno con el otro. Tan diferentes como el día y la noche, tan auto excluyentes como nosotras mismas.
No sé si me conocías, o si sólo creías conocerme. No sé si sabías lo que pensaba de ti, o lo que pienso ahora.
Últimamente, tampoco yo sé muy bien qué responder a eso segundo.
Valiente, me decías.
Valiente, una y otra vez.
Me pregunto si soy lo soy realmente.
Me pregunto si tú lo eres.
Me pregunto si alguna tenía que serlo en algún momento.

Me pregunto por cuánto tiempo más tendríamos que serlo.

domingo, 3 de diciembre de 2017

[Brief] Nils: Oliver, el del olor a café

Oli, ¿Cómo estás?
Probablemente frunciendo el ceño o repiqueteando con un lápiz porque te diste cuenta de que no empecé la carta como se debería. No hay acápite, ni tu nombre, mucho menos dejé sangría. ¡Ni he saludado! Y así digo que estudio a las letras, cuando no puedo ni siquiera escribir bien.

Mal, mal, mal Nils.

Seguramente dirías eso, te reirías, prepararías café para ambos y te sentarías a mi lado hasta que dejara de hacer tonterías y te demostrara que de hecho sí soy capaz de escribir una como la gente común y corriente.

… Sí. Probablemente eso es lo que harías.

¿Sabes, Oliver? Me he dado cuenta de que me paso la mayor parte del tiempo dando vueltas a las cosas que podrías hacer, que supuestamente harías, o que de seguro harías. Pero muy poco preguntándotelas directamente. Muy poco analizando las que, de hecho, haces.
Y ha sido así desde hace un tiempo…

Sabes, Oliver. Me pregunto cuándo empecé a hacer eso. Cuándo es que empecé a ocultarte cosas, y cuando me valí únicamente por supuestos en lugar de acciones reales. Hace cuánto tiempo que prefiero quedarme callado y hacer como que no pasa nada.
Uh, eso último parece un patrón, ¿no?

Te lo conté. Cuando mi pequeño grupo de amigos, todos tan similares y a la vez diferentes, comenzábamos a separarnos. Comenzaban a aparecer grietas en nosotros, profundas y desconocidas para el resto. Negras y recalcitrantes heridas cubrían nuestras almas, y por muchos silentes gritos de ayuda que escuchara … yo siempre fingía ser sordo…

Porque suponía… porque imaginaba que todo terminaría bien en algún momento. O- ¿no era por eso? Quizá porque ese resultado era el que mi mente siempre me arrojaba. Era agradable pensar en el buen final, y acomodarme tranquilo esperando que llegara. Temía enfrentar la realidad, temía que la verdadera resolución nos lastimara. Que de hecho, estuviéramos tan rotos que no había manera de repararnos.

Me da miedo. Muchísimo.

Y, como imaginaras, y como sabes, cuando de hecho terminamos por rompernos, los pedazos quedaron esparcidos demasiado lejos como para volver a juntarlos. No a nosotros, no a quienes yo conocía.

¿Recuerdas al Nils de esa época? El que te contaba chistes malos en afán de hacerte reír o que te aburrieras tanto de él que terminaras zarandeándolo y exigiéndole mejor material. El tipo que parecía tener todo lo necesario para encontrar felicidad y estabilidad, pero que cada vez que veía dentro de sí sólo encontraba infranqueable nada y desolador vacío. El Nils que sonreía a todo lo que se le acercara, que le agitaba la mano, que le ofrecía amistad, pero que por dentro contaba los minutos para terminar de desaparecer.

Ese cascaron roto que, con cuidado, ayudaste a mantener unido.

Ha…

¿A que soné dramático?

Pero así lo sentí, Oli.

A ti te debo seguir existiendo. A ti te debo ser quien soy.

Eras mi mejor amigo. O, uno que se unió a la preciada lista que tengo de ellos.
Y por mucho tiempo creí que eso era todo lo que necesitaba de ti…
Pero vaya, qué equivocado estaba.

Puedes disculparme con Jens, por ser un rompecorazones, como él creía. Y puedes decirle a Louis que tenía razón, que tu compañero de apartamento es una mala persona.

Porque Oli- vivir contigo es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. Compartir la vida entre ambos, pasar noches en vela, criar a Aslan…

Porque Oli- me di cuenta de que en algún punto, entre las canciones y risas de madrugada, entre los codazos en la cocina, y entre las interminables letras de los libros y el olor de tu colonia mezclado con el café, me terminé enamorando de ti.

¿Increíblemente gracioso, no?

Creo que podrías reírte de eso más que de cualquiera de mis chistes.




domingo, 3 de septiembre de 2017

Hoy

Después de ocho largos años.
Después de llanto y apego enfermizo-
Después de palabras dulces y risas.
Después de llanto y secretos.
En el mar de cariño y recuerdos.
En el enmarañado que eramos y somos tú y yo.
Hoy, mi luz lejana, te digo adiós.
Sombra ya no soy. Y mis manos aún pueden ser tuyas.
Pero, como estoy segura que querías, al fin puedo decir:
Es el primer día del resto de mi vida.

miércoles, 16 de agosto de 2017

No quiero ser esa clase de persona.

La que se queda prendada del pasado y trata desesperadamente de no borrar las viejas huellas casi invisibles en la arena.
La que vive de recuerdos mitad verdades y mitad imaginaciones.

No quiero ser esa clase de persona.

El problema es que, aunque sé muy bien quién no quiero ser, aún no tengo idea de quién sí.

lunes, 31 de julio de 2017

Te dejo olvidado

De vez en vez, y una vez al año.
Unos cuantos meses, y a veces años.
Pero regreso a ti porque, pequeño pedacito de internet, eres el único que me escucha.


lunes, 8 de mayo de 2017

01

la primera vez que escribí, era para hacer sentir mejor a alguien.
No recuerdo sobre qué hablaba exactamente, pero ella estaba feliz.
Me gustaba hacer feliz a la gente que amaba, ojalá pudiera hacerme feliz a mi también

miércoles, 1 de marzo de 2017

Un día.

Algún día voy a leer esa historia.
Probablemente sea, justamente, el día que menos lo planee.
Cuando de estas cosas se trata, suelo ser casi paranoica con mi supuesta preparación previa. Siento que eso me hace lucir como si fuera una histérica, o una maníaca. Usando el termino de manera demasiado exagerada.
Como si me preparara para un ritual, en lugar de un par de horas a solas con el regalo en palabras de un autor.
Y, aun así, siempre termino encontrándome fallando con mi propia preparación y haciendo lo que mi mente, en un impulso de idiotez repentino, decide es mejor.
Algún día voy a leer esa historia.
Probablemente después de alguna actividad mundana. Debatiéndome si estoy leyendo únicamente a creaciones de tinta que ya conozco o estoy hablando con dos personas completamente nuevas.
Repasando las combinaciones y deleitándome con las frases, recordando y relacionándolas con cosas que ya sabía.
Pensando que es sorprendente cómo cinco palabras juntas son capaces de desatar un torrente de lágrimas y una sensación de calidez al mismo tiempo.
Algún día voy a leer esa historia.
Probablemente imaginando más que lo que las simples palabras cuentan.
Llenándome de ese viejo sentimiento de calidez y seguridad que me aseguraban los viejos sueños que, en mi juventud, veía como únicas metas de vida.
 Rememorando fantasmas de algo que nunca pudo ser, pero vive intensa e inamovible en alguna parte profunda de mi mente. Enredándose con la realidad y creando un espacio donde todo es posible. Donde el pasado no es mezquino y el futuro no es incierto.
Creando un presente donde únicamente existen los sueños, y la posibilidad.

Sí, definitivamente, algún día voy a leer esa historia.

domingo, 26 de febrero de 2017

Runabout

Como tantas noche y madrugadas, como en tantos amaneceres y noches en vela; me encontré a mí misma llorando nuevamente. El llanto no es un desconocido para mí. He llorado por muchas cosas en mi vida; por tristeza, de felicidad, inundada por la cólera, el amargo y vergonzoso llanto de la autocompación y el drenante y sentido que sólo trae un corazón roto.

Cuando era joven aún, solía entender perfectamente la razón de mis lágrimas. Nunca fui capaz de ponerlo en palabras, tímida y avergonzada de mis propios sentires, demasiado torpe e iletrada como para ponerle un nombre a lo que pasaba dentro mío. Demasiado ingenua para entender qué la extensión de lo que mi mente quería gestar. Empero, en mi fuero interno, allí donde uno es más humano- lograba darle sentido.

La conexión emocional que me llevaba a sollozar amargamente, a morderme los labios y presionar mis puños. Yo sabía lo que sentía mucho antes de que me atreviera a reconocerlo.

Al crecer, la razón comenzó a nublarseme. Mis recuerdos selectivos se encargaron de mantener vivos aquellas cosas que yo creía eran importantes, quizá pecando de dejar gran parte de la historia principal enterrada en las páginas arrancadas del metafórico calendario.

¿Por qué lloro ahora? me pregunto.

No puedo sentirme emocionalmente conectada a nadie. Al menos no a alguien que no conozco.
Pero, la verdad, es que entre tus palabras, enterrado en tus letras, creo que sigue la misma persona que conocí hace tanto.
Me pregunto si esas mismas lágrimas siguen siendo por los personajes de sangre de tinta y piel de papel, o si siempre te las he dedicado a ti.

Antes lloraba por tu tristeza, porque era envolvente y te ahogaba, con sus amargas olas de mar salada; como lágrimas.
Antes lloraba porque no encontraba otra manera de sentirme cercana a ti, mi manera patética e inútil de sentirme un poco más junto a ti. De compartir tus pesares y tus penas.
Antes lloraba porque te amaba y ni siquiera lo sabía.

Ahora, mi mente no está tan segura.

El sentimiento de constante tristeza se ha vuelto una cicatriz constante en mi pecho, una parte de mí que es incapaz de encontrar su propia existencia ahora.

Quizá lloro por que aún encuentro tu historia encantadora, el mismo sentimiento de un pordiosero al ser ofrecido de refugio.
Es como ver algo divino pasando por tu lado.

No puedes tocarlo y quizá nunca llegues a entenderlo.

Con sólo mirarlo sobra.

martes, 10 de enero de 2017

Ethe a thé

Aún no puedo recordar el nombre del termino, así que inventar alguno que en mi mente signifique lo mismo, probablemente sirva para lo mismo.

Esta semana, de este particular mes, siempre es la más horrible del año. Hablando en términos especialmente subjetivos y estúpidos.
Siempre es horrible para mi, no hay manera de que termine gustándome.

Cuando era más joven probablemente hubiera sido capaz de explicar por qué odiaba tanto esta semana, pero ahora encuentro que mis razones están gastadas y sólo recibo el sentimiento por lo que es, no tengo intenciones de cambiarlo. No ahora, no nunca.

Me gustaría que la gente no sintiera felicidad por algo tan estúpido como una fecha, simplemente logran que el odio que ya tengo bullendo por mi incremente más y más.

Es posiblemente egoista, es estúpido, infantil y cuantos adjetivos denigrantes quieran ponerle.
No los voy a negar, ni lo voy a intentar.
pero así es como me siento.